En su opinión, la carencia de personal en la residencia Txara-I resulta especialmente grave en una residencia que ofrece plazas subvencionadas«, ya que «puede generar una desconfianza en el sistema público en un aspecto tan delicado como es el cuidado de nuestros mayores, lo que desencadenaría la decisión de contratar estos servicios a través de residencias privadas que no todas las familias pueden permitirse».
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